jueves, diciembre 14, 2006

Zelda:Twilight Princess

Como es habitual en los juegos de Zelda, la historia no comienza directamente en Hyrule, sino que lo hace en nuestro pueblo natal, donde un joven y avispado habitante no sabe la aventura en la que se verá envuelto. La Villa de Ordon es el paraje que vemos por primera vez y donde se desarrollará una buena parte del comienzo de la aventura.

Llama la atención el detalle con el que se han cuidado los diseños de los personajes. El trabajo artístico es digno de mención. Unas prendas muy asimétricas, veraniegas, a las que acompañan cinturones, fajines, cintas de pelo y demás complementos. La cámara acompaña en una realización que cambia constantemente de plano, llenos de travelings y vistas cenitales, donde el tratamiento de la luz cobra especial protagonismo. El uso del modo panorámico como estándar añade el toque cinematográfico –la versión de GameCube queda resignada a los 4:3-.






Inmediatamente, nos preguntan nuestro nombre y el de nuestra yegua. Por defecto Link, y la ella, Epona, que sigue siendo el nombre celta de la diosa caballo –fábula que os invito a conocer-. El alcalde de Ordon nos reclama para acudir al Consejo de Hyrule, pasando antes por el rancho del pueblo. Allí montamos por primera vez sobre Epona y aprendemos los movimientos básicos. A falta de armas disponibles, tendremos que posponer las ansiadas batallas a caballo para más adelante.



Se presentan las primeras situaciones que sirven de tutorial para hacernos con los movimientos de Link. Un asustadizo pueblerino no puede entrar en su casa por unas avispas, y debemos encontrar la forma de eliminarlas. Aparece un nuevo elemento, el farol. Cada vez que lo usemos, su reserva de aceite representada como una barra de energía disminuirá. Podremos rellenarla en sitios muy contados, con la premisa de poder llevar con nosotros un bote lleno de aceite para cuando se acabe. Link puede engancharse el farol en el cinturón para no atacar a oscuras, pero no podemos usarlo a la ligera, pues la llama de su fuego vale más que para hacer de lumbre.



Tras la sorpresa que supuso Wind Waker visualmente hablando y lo criticado de su diseño, Miyamoto decidió volver a un Zelda más parecido al de Ocarina of Time, como en la demo del SpaceWorld 2000. Quiso ir más allá, con una trama más oscura, confusa y desconcertante. Y realmente lo es. El mundo de Hyrule se ve avasallado por una gran masa negra, y Link acaba transportado en lo que parece un agujero negro hacia el reino de la Oscuridad.

Link no puede existir en su forma humana dentro del Reino Oscuro, y nos vemos irremediablemente convertidos en hombre lobo. La paleta de colores cambia radicalmente los tonos más vivos y variados de Ordon al registro de los azules. No sabemos dónde estamos, tampoco podemos hablar y comunicarnos en estado animal. Aparece por fin uno de los nuevos personajes más atractivos de este nuevo universo Zelda. Un pequeño ser oscuro, capaz de levitar y teletransportarse, se dirige a nosotros de forma irónica, casi amenazante. Es Midna, que nos prestará ayuda como nuestra jinete particular.

Y hasta aqui puedo contar pues el resto de lo que puedo contar serian "Spoilers" que ningun aficionado de la saga Zelda querria leer, sino ver por si mismo.

El señor Miyamoto nos a vuelto a sorprender de forma grata creando de nuevo un mundo magico y una historia epica para el mayor heroe que Nintendo tendra jamas, Link.